La Comuna 13 de Medellín se ha convertido en uno de los lugares de visita obligada en Colombia, no sólo porque irradia color y arte en cada rincón, sino porque muestra cómo la
cultura y la conciencia social pueden transformar una parte triste de nuestra historia colombiana en unidad, desarrollo y alegría entre la comunidad.
Las comunas fueron los nombres que recibieron los barrios que se construyeron en las laderas de las montañas que rodean la ciudad. No hace mucho tiempo, las comunas (y especialmente
la Comuna 13) eran consideradas como las zonas más peligrosas de Medellín debido a la violencia y el narcotráfico. Sin embargo, con el paso del tiempo este pasado empezó a cambiar
gracias al duro trabajo de sus propios habitantes.
Primero, viajemos en el tiempo…
Para que podamos valorar la importancia actual del grafiti en la Comuna 13, debemos entender sus antecedentes.
En sus inicios, los habitantes de las comunas eran en su mayoría personas humildes que vivían en pequeños pueblos o zonas rurales hasta que se vieron obligados a desplazarse de sus
territorios durante el conflicto armado. Como su situación social y económica era dura y no había recursos suficientes para pagar una vivienda, se apropiaron de algunos terrenos y
construyeron un espacio para vivir ellos y sus familias.
Desgraciadamente, en los años 80, la zona se convirtió en el lugar perfecto para el narcotráfico, por su difícil acceso y sus múltiples callejones en los que la gente podía esconderse de la policía o crear rutas de escape. Las comunas sufrieron la violencia de las guerrillas, los paramilitares y el cártel de Medellín de Pablo Escobar. Hubo incluso operaciones militares para detener a la guerrilla, que tuvieron consecuencias aún más violentas. El nivel de peligro era tal, que la gente decía que era el infierno en la tierra. Todos estos contextos llevaron a una generación de jóvenes que se vieron obligados a convertirse en sicarios, secuestradores o extorsionistas como forma de sobrevivir y proteger a sus familias, y como si no conocieran otras formas de vivir mejor.
El papel del arte y el grafiti en la transformación social
Después de todos esos años de violencia, los miembros de estos barrios decidieron hablar y emprender acciones colectivas para cambiar no sólo su entorno, sino también su territorio. El
Estado colombiano también empezó a invertir dinero para facilitar a las comunas el acceso a recursos básicos como un mejor alumbrado público y mejores medios de transporte con el metrocable. También hubo programas de inclusión social para invitar principalmente a los jóvenes a reflexionar sobre su propio lugar, las cosas que querían cambiar y las formas en que les gustaría vivir en su barrio.
La necesidad de vivir en paz, en lugar del resentimiento, el miedo y la violencia, hizo que estas personas se esforzaran por su propia comunidad y encontraran en las expresiones artísticas
urbanas, como la cultura hip-hop, el muralismo, el breakdance, el rap, los grafitis, etc., un camino en el que pudieron contar sus historias, para que todo el mundo las conociera, pero
también para recordar una situación que no están dispuestos a repetir. El grafiti es ahora uno de los idiomas que tienen para dejar una huella positiva y transformar los malos recuerdos en
retratos de esperanza.
Con el tiempo, y tras toneladas de esfuerzo y perdón colectivo, los miembros de La Comuna 13 empezaron a recibir a viajeros y turistas que querían conocer sus historias y aprendizajes, y
transformaron su barrio en una galería de puertas abiertas.
Suena increíble para visitar, pero ¿es seguro ir a la Comuna 13?
¡Sí! La gente de las Comuna 13 ha trabajado mucho para crear una experiencia de inmersión para los turistas que los haga sentir seguros durante su visita. Además de contar con el
metrocable y las escaleras eléctricas para que la gente pueda acceder allí con facilidad, los vecinos intentarán ayudar y hacernos sentir bienvenidos siempre.
Hoy en día, hacer un tour de grafiti por la Comuna 13 es uno de los mejores planes en Medellín, especialmente porque te permite conocer a los miembros de la comunidad y tener
interacciones reales con ellos, por lo que obtienes su lado de la historia, y recibes una experiencia auténtica de cómo la cultura realmente puede sanar y reparar las heridas históricas.
Si todavía tienes dudas, siempre puedes arriesgarte, tomar el metrocable y ¡verlo por tu cuenta!